PUENTE NEGRO

La estampa más icónica de Culiacán en sin duda el Puente Negro, que aunado a su imponente imagen contrastada en cada atardecer es el símbolo de la llegada del progreso y la modernidad al municipio, que consolidó la posición de la capital como centro de comercio y distribución en el noroeste del país.

Iniciada su construcción en 1907, bajo el ojo del ingeniero George Stranahan, superintendente de la Southern Pacific, y con casi un kilómetro de largo su construcción costó la entonces astronómica suma de medio millón de dólares, que pronto quedó cubierta al unir a la localidad con la red ferroviaria internacional de una manera eficiente, y a traer el avance en las comunicaciones y la cultura, que en aquel entonces viajaban a la velocidad de las locomotoras de vapor.

La idea era conectar a Culiacán con la frontera de Nogales, y al sur con Guadalajara, y de ahí al centro del país. Las estructuras de acero fueron fabricadas en las fundidoras de San Francisco California, y armadas in situ por el personal de la Southern Pacific.

Las obras terminaron el primero de junio de 1908, sin para inaugurar oficialmente sus actividades el día 28 de ese mes, con una celebración muy tradicional de Culiacán que culminara con Un baile de gala. Por eso la segunda fecha es la que es festejada como el aniversario de la representativa obra.

El ferrocarril sud Pacífico, inició sus actividades en 1909, a tiempo para que al estallar la Guerra de Revolución este transporte jugara parte clave en la logística de ambos bandos contendientes.

Desde un principio de le dio su emblemático color negro, aunque durante años mantuvo una sección roja de las arquerías, misma que se homogenizó en tono en su modernización de 1962.

En 2010 El Ayuntamiento de Culiacán, con apoyo de la iniciativa privada, dio un profundo mantenimiento al puente, para rehabilitar su funcionalidad y dotarlo del espectáculo de luces con que hoy cuenta para las noches.

Actualmente es punto de referencia en la ciudad, lugar de visita obligado y marco para fotografías del recuerdo, a la vez de un baluarte de lo que impulsó el crecimiento de lo que hoy es Culiacán.