Una edificación de un estilo ecléctico iniciada en 1839, ordenada por iniciativa del obispo Lázaro de la Garza y Ballesteros, quien también fuera el impulsor de levantar la Catedral, tuvo un propósito original de albergar al Seminario de Sonora y Sinaloa con asiento en la ciudad de Culiacán. Además de educar a futuros religiosos, también brindaba instrucción a ciudadanos en general.
En el pórtico central que aloja al acceso y al balcón principales, tiene un evidente aspecto neoclásico, en especial la balaustrada y las columnas de éste último. El interior mantiene un patio cuadrangular rodeado por una robusta arquería de medio punto. El traspatio, que se utilizaba como área de servicio, es también empleado para oficinas en la actualidad.
Tras su conclusión en 1842 e iniciarse la guerra de reforma, fueron múltiples los usos que se le dieron al inmueble, pasando como cuartel militar, hospital, escuela y hospicio para niños desamparados durante lo que siguió del siglo XIX. Estuvo en funciones como seminario hasta 1914.
En 1917 oficialmente se le nombró el Hospicio Francisco I. Madero, donde se recibió a los huérfanos de la guerra revolucionaria. Al siguiente año se convirtió en la primera sede de la escuela de niñas Josefa Ortiz de Domínguez, que operaba en conjunto, hasta que en 1959 se le cambió de locación para darle paso a La escuela Normal del Estado. Mas fue por poco tiempo, ya que en 1960 se trasladó ahí la sede del Poder Estatal, para nombrarlo Palacio de Gobierno de Sinaloa.
En 1980, al terminarse La unidad Administrativa del Gobierno del Estado, se hizo sede del gobierno municipal, que hasta ahora maneja el inmueble y despacha a la ciudadanía.